Un perro con preocupación, miedo, tiene que poder llegar a observar, a vivenciar el entorno cómo si dentro de una pecera estuviera. Con la transparencia del cristal y con la seguridad de que todo aquello que le preocupa no le va a poder tocar.
Primero hay que generar la confianza de que el cristal es lo suficientemente resistente y efectivo, cómo para poder vivenciar todo aquello preocupante desde la calma. Desde la seguridad de ser intocable.
Nosotros, sus familias, referentes… somos los cristaleros. Responsables de poner los cristales de seguridad.
Sobre todo al principio, ayuda mucho exponernos en los momentos o en entornos, en los que la probavilidad en las que estas circunstancias rompecristales ocurran, sean mínimas.
Si no tenemos que estar recomponiendo a cada rato, estaremos más relajados y generaremos con mayor facilidad en la perspectiva del perro, que los cristales son seguros.
Tampoco hay prisa, la prisa hace que los cristales resulten engañosos y que a veces generen la sensación que son seguros y otras veces que no lo son. Entonces la confianza hacia el cristalero también disminuye y puede ser el principio de una caída hacia una mayor desconfianza generalizada.
Así que teniendo en cuenta que uno de los principios de la confianza hacia el otro, es sentirse visto y entendido y que la decisión de convivir con un perro es sólo nuestra, respetar los ritmos de aquel que no tenía ni idea de lo que iba a pasar en su vida, es lo más responsable que podemos hacer.
Por lo que con calma, tomando cómo principio la perspectiva de que todo irá mejorando, puede que llegue un momento en el que el cristalero trabaje a jornada parcial o que deje el trabajo porque el perro ya no requiera de sus servicios y le contrate para otras labores que sigan construyendo, esa relación sumamente ya fortificada.
Espacio dentro de la pecera = el espacio de observación del perro.
Elegir donde y cuando colocar la pecera es importante. Espacios y horarios adecuados.
Cristal = El que perfila la distancia crítica.
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